Imaginemos que somos como un glóbulo rojo. Vivimos en el torrente sanguíneo y recorremos nuestro universo, que es el cuerpo humano. En el conviven distintos tipos de células, órganos y cavidades. Son las constelaciones, los soles y los planetas de nuestro “universo.”
Un día, de pronto tu ruta cambia, y te sales del torrente sanguíneo. Y atraviesas todos los límites conocidos y sales del cuerpo. Y consigues percibir lo que hay más allá…pero solo por unos segundos. En un instante te solidificas y mueres.
Y es que, ya en relación con el planeta, somos una puñetera célula. ¡Imagínate comparado con el universo! Y voy más allá, ¿Quién nos dice que no haya algo más allá del universo?
A lo mejor los agujeros negros son las heridas de ese “cuerpo humano” que es el universo y lo que escapa por él va a otro lugar más allá…¿pero adónde?
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