Desde hace unos años, cuando comenzó la decadencia del anterior rey, la figura de la monarquía está cada vez más en entredicho. Quizás sea una figura que pertenece a otros tiempos, pero no creo que sea tan inútil como algunos defienden.
Nadie en este país puede obviar el papel determinante que el rey emérito Don Juan Carlos I tuvo para forjar y mantener la democracia que hoy disfrutamos. Creo que este país le debe mucho. También es cierto que a su hijo no le debemos nada. Pero, ¿Cuál es el papel de un rey en el S. XXI? Pues su papel es representar a España en el mundo. Es, probablemente el mayor y mejor embajador que tiene nuestro país. Él ayuda a poner en contacto a multitud de empresas Españolas con gobiernos extranjeros y media para que se cierren acuerdos vitales para nuestra economía. Es una persona preparada para este fin desde que nace. Y eso es un gran sacrificio. Sacrificio que él no pidió, pero que cumple por este país.
Pues en ese parlamento, que nos representa a todos, entiendo que haya gente que no le aplauda, pero que haya gente que busque provocar con sus gestos, no lo entiendo. A nadie, en su sano juicio, se le ocurre ir a una manifestación de izquierda republicana con una bandera de España preconstitucional. Se consideraría una provocación y, probablemente le rompieran la cara. Pero en este país se permite que alguien vaya al parlamento, con una bandera republicana, solo con la intención de provocar, para salir en la foto y presumir de los chulo que soy y de los huevos tan gordos que tengo.
Nadie que busque la confrontación debería estar en un parlamento. Aunque tengamos nuestras diferencias, debemos buscar los puntos comunes para sacar al país adelante. Porque eso debería ser lo importante, el país. Pero parece que eso es lo que menos le importa al parlamento.
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