Se habla mucho de la crisis de la industria del cine y de los exhibidores. Se supone que cada vez la gente va menos al cine y que, la piratería está matando este sector. Esto es una mentira, y de las gordas.
De las 10 películas más taquilleras de la historia, todas, a excepción de TITANIC, se estrenaron después del 2009. Jamás, en la historia del cine, las películas generaron tanto dinero como lo generan ahora. Está claro que, pese a la piratería, la industria de Hollywood goza de buena salud.
En cuanto a España, la mayoría de las producciones son mediocres y se exhiben en muy poquitas salas. Aquí sigue siendo una industria que necesita de ayudas para sobrevivir. Pero está claro que el problema no es la piratería. Quitando excepciones taquilleras como Ocho Apellidos Vascos, la serie Torrente o alguna otra comedia, pocas películas tienen un número de descargas ilegales significativo.
El problema del cine en este país es, además de la poca calidad de las producciones, el precio de las entradas. Ayer, día del espectador, fui con mis hijos al cine. La entrada al centro comercial estaba colapsada y no era por las compras navideñas. Había una cola de unos quinientos metros para llegar a las taquillas y otra considerable para conseguir unas palomitas.
La gente quiere ir al cine, les gusta el cine, pero no les gusta que les roben. El precio de las entradas, ya no digamos el de las palomitas, es prohibitivo y es lo que, en realidad, está matando al cine español. Uno se puede plantear gastarse 9 euros en una entrada de cine para ver un espectáculo épico lleno de efectos impresionantes y que, al menos, te asegura entretenimiento. Pero no te gastas este dineral en una producción española de dudosa calidad que ni siquiera te garantiza un mínimo de entretenimiento.
Las películas buenas, sean españolas, francesas o americanas funcionan y hay multitud de ejemplos. Las películas mediocres, y más a nueve euros, no.
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