¿Os habéis fijado que a lo que llamamos “canciones de amor”, son en realidad canciones de desamor? Poneros en pensar en canciones de amor que os gusten mucho. Seguro que la mayoría de ellas hablan de historias que terminan, de amores no correspondidos, de separaciones forzosas…casi ninguna habla de una historia de amor que vaya estupendamente y de lo maravilloso que es estar enamorado.
Parece que tenemos más facilidad para empatizar con los sentimientos negativos, que con los positivos. Fijaros si no en el cine. Hay muy pocas comedias que reciban premios y la critica las acoja con pasión. Es más fácil que los Òscars se los lleven películas que sean dramáticas.
Y es que nos encantan las historias épicas, en las que los personajes sufran mucho y lo tengan casi imposible. Y al final, su lucha tenga recompensa y alcancen la ansiada felicidad.
Nadie tiene una vida perfecta. Nos gusta vernos reflejados en la música, en los libros, en el cine. Nos gusta pensar que si el personaje tiene un final feliz, quizás nosotros también lo tengamos. Lo que nos gusta de las tragedias, no es el sufrimiento, es la esperanza de encontrar belleza hasta en los rincones más oscuros de una vida.
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