Ya voy por el capítulo tres de la serie Westworld. Para aquellos que no la conozcáis, está basada en una película de Michael Crichton del año 1973 sobre un parque de atracciones para adultos basado en el antiguo oeste americano. En él, robots con aspecto humano, recrean situaciones de aquella época.
La serie reflexiona sobre el concepto de humanidad. Sobre si una máquina, consciente de sus circunstancias, que piensa y siente, puede considerarse un ser vivo, aunque no lo sea. Pero yo quiero centrarme en la posibilidad de, que en un futuro cercano, se creen androides muy similares al ser humano.
Las grandes empresas tecnológicas (Google, Microsoft…) están invirtiendo mucho dinero en desarrollar inteligencia artificial. Probablemente, en la próxima década, veamos un progreso exponencial en esta materia.
Por otro lado, la construcción de robots asistentes es ya un hecho. Todavía son bastante rudimentarios y sus precios son prohibitivos, pero despiertan muchísimo interés y tienen un gran futuro.
No es ninguna quimera pensar que en los próximos veinte años los androides convivan con nosotros.
La verdad esta posibilidad me asusta un poco. Me asusta pensar cómo podría afectar al mercado laboral la llegada de “humanoides” que no se quejen y que trabajen de sol a sol sin problemas. Pero lo que me da más miedo es cómo va a afectar a las relaciones personales. ¿Quién va a querer tener una pareja imperfecta, cuando puede tener una pareja de belleza eterna, que hará todo lo que le pidas?
Quizás el ser humano se relacione con sus iguales por necesidad. Si tienes tus necesidades básicas cubiertas y tienes en casa alguien a tu lado que siempre te comprenderá, te hará reír cuando lo necesites, que nunca envejecerá y siempre será lo que tú quieras que sea y, además, tendrás la realidad virtual que te permitirá viajar a lugares inhóspitos o vivir experiencias únicas sin moverte del sitio, ¿para qué salir de casa?
Bienvenido al mundo perfecto, bienvenido al fin de la humanidad…
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