La semana pasada falleció una de las mascotas de mis hijos, el conejito Tambor. Llevaba 6 años con nosotros y para los niños fue una verdadera tragedia. Sobre todo ese mismo día, porque al día siguiente estaban mucho mejor y a los dos días ya habían pasado página. Y es que, como siempre digo, los niños son más fuertes de lo que nosotros creemos.
Pero hoy no voy a reflexionar sobre este tema, quiero hablar de lo que los padres significamos para los hijos. De la visión que tienen de nosotros. Y es que, cuando Tambor murió, sentí que mi abrazo para ellos era un consuelo increíble. Su respiración y su cuerpo se relajaban. Y es que se sienten seguros y protegidos a nuestro lado. Te creen cuando les dices que todo va ir bien.
Si ellos supieran de nuestras inseguridades, de nuestras dudas, de nuestros miedos…de todas imperfecciones que tenemos, seguramente nos mirarían de otra manera. Pero para ellos somos prácticamente dioses. Confían ciegamente en nosotros y somos su ejemplo a seguir.
Esto es muy importante y hay que tenerlo muy en cuenta, si estamos pensando en tener hijos. Para lo bueno y lo malo, serás su ejemplo, un espejo donde mirarse.
Uno tiene derecho a llevar la vida que le dé la gana, siempre y cuando las consecuencias de tus actos te influyan a ti solo. Si piensas tener hijos llevando una vida de mierda, no los tengas. Los condenaras a llevar la misma vida que tú. Y no creo que ellos lo merezcan. Por una vez en la vida, se responsable y no los tengas.
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