Estamos constantemente martirizándonos por situaciones que acontecerán en un futuro cercano, o lejano. Situaciones que no nos gustan, pero que existe una alta probabilidad que ocurran. Llevarte una bronca por una cagada que hiciste en el trabajo, tener que decirle algo a una persona que sabes que no le va a gustar, pruebas médicas, hacer algo que te da pánico…no sé, cientos de situaciones que hacen que te olvides de tu presente, de tu hoy y centres toda tu atención en ese momento del mañana, que se convierte en un run-run constante en tu cabeza.
Hay dos factores importantes para minimizar este tipo de preocupación. El primero está en asumirlo, sobre este asunto ya escribí un post. El segundo tiene que ver con nuestro planteamiento vital. El ser humano suele ser “largoplacista”. Si en vez de ser así, nos planteásemos la vida a corto plazo, seríamos mucho más felices. Olvidémonos del futuro, lo que tenemos es el hoy. Hoy, es el día que tenemos que disfrutar. Si mañana, pasado o dentro de una semana nos toca sufrir, ya llegará ese momento. Pero hoy no toca sufrir y eso ya es un buen motivo para plantearnos el día con positividad.
El presente, es siempre nuestro momento. Esos malos momentos llegarán, si son ineludibles. Asúmelo y deja de preocuparte, porque la preocupación no cambiará nada. Si sigues mirando por esa ventana que da al futuro, te pierdes el presente. Hoy no pasa nada. Hoy puedes estar tranquilo. Sonríe y disfruta de la vida.
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