martes, 5 de septiembre de 2017

INMORTALIDAD


Desde que el hombre es hombre llevamos buscando la fórmula que nos acerque a la inmortalidad. La medicina, el cuidado de la alimentación, el ejercicio…métodos para alargar en lo posible nuestro paso por este planeta.

Somos una mezcla de ADN, pensamientos, ideas, recuerdos y sensaciones. Aunque parezca mentira, existen recipientes donde guardar esto y permitirnos sobrevivir, de alguna manera, a nuestra propia muerte.

Estos recipientes se llaman hijos. Yo tengo 2 y, además de tener nuestra genética, intentamos inculcarles nuestros valores, compartir con ellos nuestra experiencia y, como no, aburrirles con nuestras batallitas.

Quizás no seamos conscientes de ello pero, a través de nuestros hijos desafiaremos al tiempo. Cuando ya no estemos aquí, no solo quedará nuestro recuerdo en sus mentes, quedará nuestro ADN reflejado en ese gesto tan nuestro, o en esa mirada, o en esa sonrisa que es igual a la tuya. Quedarán nuestros consejos, nuestra forma de ver mundo, nuestros sueños y nuestros mejores recuerdos.

Está claro que no somos ellos pero, como padres, siempre seremos una parte muy importante en sus vidas. Y mientras compartamos camino en este mundo disfrutaremos de sus triunfos y sufriremos con sus fracasos como si fueran los nuestros.

La inmortalidad es un espejo cuyo reflejo tiene rostro de niño.

Cuando llegue mi hora me iré con una sonrisa en los labios porque, aunque la muerte no lo sepa, la vencí el día que fui padre.

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